La información ya se había filtrado el mismo día después de los ataques multinacionales contra la infraestructura química siria: Rusia consideraría reanudar la entrega de los 6 sistemas S-300 encargados por Siria en 2010, y suspendido en 2013 por Moscú. Cabe preguntarse por qué, ya que, según el sitio sputniknews, los Buk, Osa, S-200 y Pantsir que ya estaban en servicio con las fuerzas sirias lograron derribar 42 misiles occidentales (o 71, según la línea que se lea).
Más allá de la ironía, el despliegue del sistema S-300 en Siria probablemente aumentaría la tensión en la zona, más particularmente con Israel, que ya ha anunciado que, si lo entrega, destruiría estas baterías de misiles. No es que Israel tema particularmente a las fuerzas del régimen de Bashar Al Assad, sino que estas baterías podrían impedir respuestas rápidas contra las fuerzas de Hezbolá y la Guardia Revolucionaria iraní que operan en el sur de Siria, cerca del Líbano y los Altos del Golán. Además, el alcance del S-300 permitiría a las fuerzas sirias (y por lo tanto iraníes) detectar y potencialmente atacar aviones israelíes sobre los mismos Altos del Golán, lo que es, obviamente, inaceptable para el Estado judío.