Tras la protesta oficial de Ursula von der Leyen, ministra de Defensa alemana, por las decisiones presupuestarias desfavorables de su ministerio, los medios alemanes se hicieron eco programas que corrían el riesgo de sufrir estas restricciones.
El primer programa se refería a la construcción conjunta con Noruega de una versión mejorada del submarino Tipo 212, del que Alemania se había comprometido a encargar dos ejemplares y financiar el 2% de los costes de I+D. Las consecuencias de tal decisión serían desastrosas para los astilleros alemanes TKMS, que no sólo perderían un contrato muy importante, sino que también podrían perder los beneficios del intento de fusión con la holandesa Damen.
El segundo programa identificado por la prensa alemana es el proyecto de base de apoyo común para la implementación de los C130 franceses y alemanes. Las consecuencias económicas, obviamente, serían menos significativas. Pero la señal enviada a París podría muy bien socavar las distintas asociaciones estratégicas en curso.
Esto es tanto más cierto cuanto que la oposición alemana y, en cierta medida, los aliados del SPD de la Canciller Merkel, no dudan en cuestionar el interés de un proyecto de caza francés de nueva generación. F35 ya existe.
En Alemania, como en Francia, los beneficios económicos de la inversión en defensa parecen en gran medida ignorados por la clase política...