Polonia ha vuelto a centrar la atención en materia de Defensa al proponer a Estados Unidos desplegar permanentemente una división blindada en su suelo con el fin de disuadir cualquier desafortunada iniciativa rusa. El gobierno está dispuesto a meterse la mano en la cartera, propone invertir 2 millones de euros en infraestructurasy las necesidades de las fuerzas estadounidenses que así se desplegarían.
Sin embargo, esta solicitud está lejos de provocar un enorme entusiasmo, ya sea en Estados Unidos o en Europa. Al otro lado del Atlántico, esta propuesta se percibe con perplejidad, porque va en contra de las aspiraciones de la administración Trump, que quiere que Europa pueda asumir su propia defensa, sin dejar de dotarse, evidentemente, de material estadounidense. Además, los costes relacionados con el despliegue y el mantenimiento de una división blindada estadounidense en Europa superarán muy rápidamente los 2 millones de euros, y la administración Trump tiene otras prioridades que financiar en el presupuesto de Defensa.
En Europa, además de que este anuncio fue hecho unilateralmente por el gobierno polaco, varias cancillerías han expresado sus reservas y su preocupación por la reacción de Rusia ante tal despliegue, que podría agravar las tensiones en el continente.
Es evidente que en esta propuesta hay un cálculo político por parte del gobierno polaco, que constantemente quiere atraerse el favor de Washington y espera ocupar el lugar del Reino Unido y Alemania como representantes de los Estados Unidos dentro de la UE. Pero también pone de relieve un problema real de defensa del continente que existe hoy y que los políticos suelen ignorar.
De hecho, hoy en día, los ejércitos europeos por sí solos no podrían oponerse a una ofensiva convencional rusa, ya que los ejércitos han estado demasiado limitados desde el final de la Guerra Fría y los inventarios se han concentrado en conflictos de intensidad baja y media. Además, los recientes ejercicios y despliegues de la OTAN han demostrado las dificultades que enfrentarían las fuerzas estadounidenses y de Europa occidental para llegar a las líneas del frente en Europa del Este, ya que la infraestructura de transporte ha perdido su capacidad para mover rápidamente unidades militares pesadas y masivas.
Por lo tanto, la petición polaca no carece de significado desde el punto de vista militar y expone, una vez más, la debilidad de las fuerzas armadas europeas en la actualidad. En estas condiciones, parece obvio que los países que se enfrentan a las fuerzas rusas, los países bálticos, Polonia, Rumania, favorecen sus vínculos con las fuerzas estadounidenses y, en consecuencia, con la industria de defensa estadounidense.
