Esto puede parecer paradójico, considerando el desempeño actual de los sistemas antiaéreos rusos, pero el GPV2018-2027 ruso (plan decenal de equipamiento de defensa) definido como una de las prioridades es la modernización de los sistemas de defensa antiaérea del ejército ruso.
Esta Defensa se divide en 3 actores: las fuerzas estratégicas y espaciales que operan sistemas de largo alcance como el S-400 y el futuro S-500, la marina y el ejército que opera ciertos sistemas S-300, el BUK, Sistemas TOR y Pantsir, así como cañones antiaéreos.
Estos últimos están destinados a proteger a las fuerzas rusas, en particular a las fuerzas mecanizadas. Por lo tanto, deben ser móviles e integrados, para poder hacer frente al fuego de saturación, a los misiles de crucero furtivos y a los drones, evitando al mismo tiempo el fuego amigo.
La modernización se centrará en los sistemas S-300 que protegen los nodos logísticos, los Buk que alcanzan un alcance de 100 km y se desplazan a nivel de división para cubrir su despliegue, y los sistemas TOR que se extienden hasta 20 km, desplegados a escala de brigada, o incluso la regimiento, para constituir protección en burbujas sucesivas, cada una con sus propias capacidades de detección y capacidad de enfrentamiento. El objetivo de esta modernización es reducir el número de capas, integrando al mismo tiempo la intercomunicación de los sistemas, para optimizar la detección y la respuesta en función de la amenaza, su naturaleza y su peligrosidad.