Los drones de combate furtivos representan sin duda, hoy en día, una perspectiva estratégica en la evolución de las fuerzas aéreas en el mundo. Hasta el punto de que el discurso comercial en torno al F35, después de haber insistido durante años en el sigilo que supuestamente lo haría indetectable, se está desplazando gradualmente hacia la interacción y el control de drones de combate o UCAV.
Como suele ocurrir, fueron los occidentales quienes dieron los primeros pasos en este campo, con el estadounidense MQ-25 Stingray, un dron de combate embarcado en portaaviones y cuyas primeras misiones estarán dedicadas al reabastecimiento en vuelo de aviones de combate. , y los manifestantes europeos Tanaris y Neuron, del programa franco-británico FCAS.
Pero es China quien, sin duda, ha invertido más energía en este campo, con nada menos que siete programas de drones de combate furtivos en desarrollo, algunos de los cuales pueden desplegarse en portaaviones trampolín y mediante catapultas. Una lógica empujada a estos rincones, con la probable próxima entrada en servicio de un dron de reconocimiento hipersónico.
Hasta ahora, Rusia ha sido muy discreta en este ámbito, centrando su comunicación en drones tácticos y navales en lugar de UCAV o drones MALE/HALE. Pero las cosas cambiaron con la presentación del dron “Okhotnik”(caza en ruso), un programa del estudio de diseño Sukhoi que debería realizar su primer vuelo el próximo año. Si bien llega más tarde en la carrera, el dron ruso anuncia características muy inusuales para este tipo de dispositivo, como una masa de 20 toneladas mientras que los dispositivos del programa Stingray no superan las 6 toneladas, una alta velocidad transónica y un alcance de 6000 km, el cuádruple que los dispositivos occidentales. Sus dos grandes compartimentos de municiones pueden transportar hasta 2 toneladas de armas, una capacidad de carga mucho mayor que la de otros UCAV.
El dispositivo tendrá una autonomía muy importante gracias a una inteligencia artificial muy avanzada a bordo, pero la decisión de disparar quedará bajo control humano.
Desde el punto de vista del sigilo, el Okhotnik respeta los estándares del género, tomando la forma de un ala volante sin planos horizontales, para no estar sujeto a fenómenos de resonancia ante radares de baja frecuencia.
El análisis de estas prestaciones anunciadas, en particular la importante autonomía, sugiere que el avión interactuará no sólo con cazas como el Su-35S, Su-30SM o Su-57, sino también con bombarderos de acción de largo alcance, como el Tu- 160 y el futuro PAK-DA, de acuerdo con lo anunciado sobre las misiones de este último por el Estado Mayor.
Por otro lado, no sería de extrañar que el Okhotnik pudiera utilizarse en misiones Aire-Aire encaminadas a eliminar aviones de apoyo de la OTAN, como los Awacs o los petroleros, imprescindibles para controlar el espacio aéreo y mantener la superioridad aérea.
Sin embargo, por el momento no se ha presentado ningún calendario de entrada en servicio. Basándose en la doctrina rusa de neutralizar el poder aéreo de la OTAN, y teniendo en cuenta las difíciles compensaciones presupuestarias que enfrenta Moscú, es muy poco probable que el Okhotnik entre en servicio antes del final de la próxima década.
Sin embargo, sigue siendo cierto que este anuncio vuelve a poner bajo presión los calendarios industriales europeos, ya que no está previsto que el FCAS, que incluye un dron de combate, entre en servicio antes de 2040. Por lo tanto, corremos el riesgo de ser más que vulnerables durante un período de 10 a 15 años. /20 años.