viernes, 8 de noviembre de 2024

Los primeros drones de combate naval abren nuevas perspectivas.

Las oficinas de diseño del astillero chino CSOC presentadas en la Exposición de Defensa AAD 2018 en Durban, Sudáfrica el modelo de un dron de combate naval llamado JARI. Con 15 metros de largo y un peso de sólo 20 toneladas, el JARI está equipado con un cañón retráctil de 30 mm y 8 silos verticales para misiles antiaéreos, así como 2 torpedos ligeros. Controlado por enlace satelital, el dron puede alcanzar velocidades de 42 nudos y tiene un alcance de 900 km. 

A diferencia de los drones aéreos, cuya autonomía se limita a unas pocas decenas de horas, un drone naval gasta poca energía para navegar a velocidad de crucero, lo que permite realizar largas patrullas. Además, pueden ser especialmente discretos y llevar multitud de dispositivos de detección, desde radar hasta sonar, como sistemas de detección por infrarrojos pasivos o detección e interferencia de señales electrónicas.

Capaces de ser controlados desde tierra o desplegados y controlados por barcos como proxy para la detección y acción remotas, el potencial de los drones de combate naval abre numerosas perspectivas, tanto en el campo de la vigilancia como en la denegación de acceso, o en el combate cooperativo. 

En este ámbito, como en el de todos los drones militares, la investigación china actual parece no sólo haber alcanzado a la industria occidental, sino haberla superado. De hecho, un prototipo del JARI ya se encuentra en fase de pruebas, aunque, por el momento, no se ha anunciado ningún pedido de la Armada china. 

Lo cierto es que, en el caso particular de Francia, que tiene la segunda Zona Económica Exclusiva del mundo, pero cuyos recursos financieros y humanos son limitados, el dron de combate naval constituiría un compañero perfecto para fragatas de vigilancia y futuras patrulleras, además al mar que debe vigilar zonas marítimas muy extensas. También permitirían reforzar la escolta de grandes buques, como el portaaviones Charles de Gaulle o los BPC franceses. El dron de combate naval podría representar una opción de desarrollo para los tres astilleros especializados en unidades militares de bajo tonelaje (Kership, CMN y OCEA), cuya actividad probablemente se verá tensa con la llegada de ofertas chinas o turcas.

Un pedido en forma de prueba de concepto de drones de combate capaces de apoyar fragatas de vigilancia en zonas de ultramar por parte de la Armada francesa podría resultar una inversión muy relevante a medio plazo para la industria naval francesa, y cuyos beneficios fiscales podrían aumentar considerablemente. exceder los montos invertidos.

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