Mientras que el ejercicio de la OTAN Trident Juncture 2018 se llevará a cabo del 25 de octubre al 23 de noviembre de 2018 principalmente en Noruega, Las autoridades finlandesas revelaron que las señales del GPS estaban bloqueadasen gran parte de su territorio y espacio aéreo, como el noruego.
Por lo tanto, todas las miradas están puestas en el vecino ruso, que sabemos que dispone del equipamiento necesario para tales interferencias y que ha demostrado en varias ocasiones que estaba dispuesto a perturbar el buen desarrollo de este ejercicio organizando ejercicios con fuego real en zonas concomitantes.
En otoño de 2017, durante el ejercicio ruso Zapad que tuvo lugar en Bielorrusia y cerca de las fronteras finlandesas, se revelaron fenómenos similares.
Desde entonces, se han lanzado numerosos programas destinados a permitir que las fuerzas y sus municiones operen en entornos congestionados. De hecho, hoy en día un gran número de misiles, proyectiles y bombas guiadas utilizan tecnología GPS, y una interferencia podría inutilizarlos.
Si la interferencia del GPS ya causa muchos problemas, hoy en día el problema es la total dependencia de los equipos y las fuerzas de las conexiones electromagnéticas. De hecho, si los satélites de reconocimiento, comunicaciones cifradas o geolocalización proporcionan activos muy importantes hoy en día para las fuerzas armadas, esta misma dependencia resulta ser un riesgo importante cuando consideramos escenarios de combate importante.
Por lo tanto, Rusia, al igual que China, está invirtiendo masivamente tanto en sistemas de interferencia de alto rendimiento como en armas antisatélite. El S-500 ruso tendrá, según las autoridades rusas, capacidad para interceptar satélites en órbita baja, mientras que los satélites se utilizarían para obstaculizar, y por qué no destruir, satélites fuera del alcance de los sistemas Tierra-Aire.
Es más, cada satélite destruido generará una cantidad significativa de escombros, lo que representará una amenaza cada vez más importante para otros satélites que operan a altitudes similares, a medida que avanza la destrucción.
Por tanto, es más que probable que, en caso de conflicto entre grandes naciones tecnológicas, las primeras víctimas sean los satélites que, hoy en día, son esenciales para las comunicaciones y el control de numerosos sistemas, en particular los drones de reconocimiento y combate.
Además de la formación de oficiales y soldados y el retorno a sistemas que no pueden ser intervenidos, como el famoso tríptico de mapas, brújulas y cronómetros, será necesario desarrollar soluciones tecnológicas para mantener una capacidad avanzada de los sistemas, como el uso de microsatélites, comunicaciones por evasión de frecuencia o redes de baja atomicidad.
En cualquier caso, el problema de la dependencia de los satélites es ahora abordado por todos los Estados Mayores y pronto deberían entrar en servicio soluciones alternativas.