Cuando se evoca la posible ruptura de la prohibición de Turquía frente a la OTAN y los Estados Unidos, se acostumbra imaginar un acercamiento de Ankara con Moscú, considerando que el casus belli habrá sido la adquisición de sistemas S-400 para el Fuerzas otomanas.
Sin embargo, esto ignora los esfuerzos de las autoridades paquistaníes para lograr que las autoridades turcas participen en la alianza militar y económica cada vez más sólida que une al país con China. Además, en caso de una intensa oposición entre Estados Unidos y Turquía, solo China podría apoyar económicamente al país para evitar ser aplastado por las sanciones estadounidenses. Beijing ya ha actuado de esta manera, ya sea frente a Corea del Norte, Rusia, Myanmar. Sobre todo porque Turquía, por su posición altamente estratégica, constituiría un pivote ideal para controlar el extremo occidental de las nuevas Rutas de la Seda.
Es en este contexto que la presencia de fuerzas turcas y chinas durante la Desfile militar del 23 de marzo en Islamabad, días de la fiesta nacional paquistaní, cobra un significado especial. Sobre todo porque las autoridades paquistaníes agradecerían asumir el papel de coordinador entre las aspiraciones orientales y occidentales de esta alianza en construcción, más allá de la construcción del caza chino-paquistaní JF-17, o de los helicópteros turcos Attak y las corbetas Ada.