Frente a Irán, Estados Unidos refuerza a sus aliados y su presencia en el Golfo

El Departamento de Estado de Estados Unidos anunció que el presidente Trump utilizó su prerrogativa presidencial para autorizar la ejecución de acuerdos de armas con la Arabia Saudita del príncipe Bin Salman, los Emiratos Árabes Unidos y otros aliados regionales, por un monto total de 8 mil millones de dólares. La administración estadounidense justifica esta medida por el aumento de los riesgos de conflicto en la región con Irán. Al mismo tiempo, las fuerzas armadas estadounidenses reforzarán su presencia en la zona, enviando unos 1000 hombres adicionales, con el fin de reforzar las capacidades defensivas de las tropas ya desplegadas allí.

Este anuncio, por impresionante que sea, demuestra que, contrariamente a ciertos análisis y declaraciones precipitadas, Estados Unidos no tiene intención de intervenir directamente contra Irán. Hay que decir que una intervención de este tipo sería muy arriesgada y, además, muy compleja. Si el poder militar iraní está obviamente al alcance del poder militar estadounidense, varios factores militan en contra de tal intervención:

  • Estados Unidos no tiene ningún aliado que pueda permitir que su territorio sea utilizado para llevar a cabo una operación terrestre contra Irán, y menos aún contra Irak, cuyo gobierno chiita siempre ha adoptado una posición neutral o incluso benévola hacia Irán.
  • Una campaña puramente aérea no tendría efectos satisfactorios y predecibles, aparte de la radicalización de toda la población iraní, así como de todos los chiítas del mundo.
  • Finalmente, y sobre todo, esto obligaría a Estados Unidos a desplegar y concentrar recursos en Medio Oriente, mientras luchan por contener simultáneamente el ascenso del poder chino y ruso.

Desde hace dos años, la cuestión del doble frente centra la atención de una parte importante del Pentágono. Estados Unidos ya tendría grandes dificultades para intervenir contra China y Rusia simultáneamente; una intervención contra Irán privaría automáticamente al país de su capacidad de intervenir contra uno u otro de estos dos adversarios, dejando a Beijing o Moscú en libertad de desplegarse como mejor les parezca. Además, en tal hipótesis, es más que probable que Teherán encuentre una importante ayuda militar y tecnológica de estos dos países, con el objetivo obvio de fijar y empantanar a las fuerzas estadounidenses en un conflicto a larga distancia. Por lo tanto, una intervención contra Irán sería un error estratégico para Estados Unidos, que probablemente comprometería su posición global en las próximas décadas.

Por otro lado, nada impide a Estados Unidos implementar un conflicto por poderes, suministrando armas, municiones y ayuda económica a países que probablemente ataquen a Irán, con la esperanza de derribar el régimen de los mulás. Arabia Saudita, con sus aliados emiratíes y kuwaitíes, y posiblemente con el apoyo de los egipcios, podría encabezar esta acción. Pero aunque cuentan con importantes recursos, las fuerzas de los países del Golfo no suelen haber demostrado grandes cualidades militares. Los israelíes, por el contrario, siempre han demostrado un excelente dominio de las técnicas militares y una gran combatividad. Además, los repetidos ataques llevados a cabo por Hezbolá contra ciudades fronterizas israelíes son consecuencia de un mayor apoyo de Irán y de un claro fortalecimiento de las fuerzas iraníes en Siria. Pero un ataque israelí contra Irán podría provocar un odio renovado contra el Estado judío en la península árabe, como en toda la región. Finalmente, y por desgracia para Estados Unidos, estos dos aliados tampoco podrían aliarse abiertamente contra Irán, ya que tal alianza probablemente incendiaría todo Oriente Medio.

Por lo tanto, parece que a pesar del discurso ofensivo del presidente Trump y su administración hacia Irán, las opciones reales de Washington en este asunto son más que reducidas, limitándose la única acción realista al apoyo brindado a Irán. Arabia Saudita y sus aliados, con la esperanza de no provocar el apoyo chino y/o ruso a Irán.

Éste es precisamente el significado de los anuncios del presidente estadounidense.

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