Rusia quiere alcanzar velocidades hipersónicas con sus misiles de crucero y antibuque.

Según Alejandro Leónov, director general de la Asociación de Investigación y Producción de Construcción de Maquinaria, las autoridades rusas han ordenado a los fabricantes que aumenten el alcance y la velocidad de los sistemas antibuque y de los misiles de crucero actualmente en servicio en las fuerzas armadas rusas.

En particular, se centrarán importantes esfuerzos en el sistema P800 Onyx, que equipa las fragatas del Proyecto 22350 Admiral Gorshkov, los submarinos de la clase Yassen del Proyecto 885 y los futuros destructores del Proyecto 22350M Super Gorshkov. El P800 Onix es un misil de 8,90 metros y una masa superior a las 3 toneladas. Está propulsado por un motor estatorreactor que le otorga una velocidad de Mach 2,5 en altitud y Mach 2 al nivel del mar. El misil puede alcanzar un alcance de 300 km en perfil de vuelo alto-bajo y 120 km en trayectoria rasante. Utiliza un sistema de navegación inercial ajustado por satélite GLONASS para las fases de crucero, y un buscador infrarrojo inteligente para la adquisición y destrucción de su objetivo. La ojiva de 250 kg combinada con la energía cinética desplegada es suficiente para destruir o dañar gravemente todos los buques de superficie existentes.

El anuncio de querer llevar el sistema Onyx a velocidades hipersónicas superiores a Mach 6 sugiere una vez más que Rusia ha logrado un gran avance en el manejo de armas hipersónicas. De hecho, el Onyx no tiene una trayectoria balística como la que se supone que tiene el Tzirkon y, por tanto, no puede ser controlado por un haz trasero procedente de un satélite. Por lo tanto, esto supone que los ingenieros rusos habrían logrado desarrollar un material capaz de resistir la fricción térmica generada por la velocidad hipersónica, pero con una densidad suficientemente baja para permitir el paso de la radiación de guía electromagnética (de hecho, parece muy poco probable que el misil conserve la guía infrarroja). como hoy).

Si este fuera el caso, Rusia tendría un avance tecnológico muy significativo en términos de misiles antibuque, ya que los sistemas de defensa antiaérea que equipan los barcos occidentales hoy en día son incapaces de interceptar un misil hipersónico en una trayectoria baja.

Si se demuestra la información, ya que no hay indicios objetivos de que esta tecnología se haya dominado realmente, Rusia podría desplegar una zona de interdicción naval comparable a la de los aviones. Por lo tanto, podría neutralizar las dos fuerzas principales de la OTAN, su fuerza aérea y su Armada, para obtener una ventaja estratégica muy marcada, ya que esta última no podría oponerse a su poder blindado sin una intervención masiva en los Estados Unidos.

Más que nunca, Rusia aplica la doctrina de “Sé fuerte o tu oponente será débil y evita que utilice sus fuerzas”, que, mucho más que la guerra híbrida, debería atribuirse al general Gerazimov.

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