Según el general Robert Ashley, director de la Agencia de Inteligencia de Defensa estadounidense (DIA), que habló el miércoles 29 de mayo en el Instituto Hudson, Rusia “probablemente” no respetaría sus compromisos relativos al Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, al que se adhirió en 1996 con Francia y el Reino Unido, pero cuyo texto ni China ni los Estados Unidos han ratificado.
Posteriormente, el general Ashley volvió a esta declaración para aclarar que si Rusia, con toda probabilidad, aún no había violado el tratado, ahora tenía la posibilidad, en particular en su sitio de Nova-Zemlya, contiguo al círculo polar.
Por otra parte, el organismo internacional encargado de controlar la aplicación del tratado, la CTBTO, y que cuenta con más de 310 estaciones en todo el mundo para detectar anomalías sísmicas, nucleares, sonoras e hidroacústicas que supongan una prueba nuclear, afirma no haber detectado nada. sugiriendo que Rusia había realizado pruebas nucleares, excepto un rastro radiactivo detectado en 2015 en Europa, compuesto de yodo 131, y que posteriormente fue atribuido a las pruebas con misiles del crucero de propulsión nuclear “Burevestnik”.
De hecho, estas declaraciones se parecen mucho a las relativas al sistema de misiles ruso Novator 9M29, acusado por Estados Unidos de no respetar la prohibición de desarrollar misiles de crucero y balísticos con un alcance de 500 a 5000 km, o tratado INF, y que llevaron a la retirada de Estados Unidos de este tratado bilateral, seguida de Rusia. En efecto, como antes, el principal problema de los Estados Unidos no es Rusia, sino China, que no ha ratificado el Tratado CTBT, como los Estados Unidos, pero cuya opinión pública sería mucho menos sensible a la reanudación de las pruebas que los estadounidenses opinión. La administración estadounidense no sólo quiere poder responder a posibles pruebas chinas si surge el caso, sino que es cada vez más consciente del peligro que representaría una alianza chino-rusa dentro de unos años, amenazando con superar a la alianza entre Estados Unidos y Estados Unidos. y sus aliados en el ámbito convencional.
A partir de entonces, como ocurrió en los años 60 y 70, Estados Unidos parece apostar una vez más por las armas nucleares para neutralizar el desequilibrio demográfico y la diferencia de medios frente a China, Rusia y sus aliados.
Lo cierto es que no será con declaraciones tan cuestionables como las autoridades estadounidenses podrán devolver al país y a su población al estado de ánimo que tenían durante la Guerra Fría. Los hechos son suficientemente elocuentes para concienciar sobre los riesgos, sin empantanarse en planteamientos tan aproximados.