La diplomacia estadounidense y el Departamento de Estado, al parecer, han decidido hacer del Salón Aeronáutico de París una plataforma para influir en las posiciones europeas con respecto a la asignación de la ayuda industrial europea de defensa a empresas europeas únicamente. Y para ello, empuñan simultáneamente una pequeña zanahoria y un gran garrote.
Recuerde que la administración estadounidense considera que PESCO y las FDI, dos de las herramientas europeas para apoyar los esfuerzos de colaboración de la industria de defensa de los miembros de la Unión Europea, deberían estar abiertas a las empresas estadounidenses. Y ante la intransigencia de la Comisión Europea, que, a través de la voz de la Alta Representante para Asuntos Exteriores y Seguridad, la italiana Federica Mogherini, hizo saber que PESCO seguiría reservada a proyectos europeos, la diplomacia estadounidense no dudó en hacer saber que llegaría incluso a tomar represalias y a prohibir a las empresas europeas participar en las licitaciones del Pentágono, si la UE no modificaba sus posiciones.
Con motivo del Salón Aeronáutico de París, parece que la amenaza se ha vuelto más precisa, ya que, interrogada al respecto por un medio de comunicación estadounidense, Ellen Lord, subsecretaria de adquisiciones del Pentágono, indicó que Estados Unidos podría llegar hasta suspender los envíos de armas y repuestos a los países europeos, negándose a ceder a las exigencias de Washington, repitiendo así los términos del la primera advertencia hecha por Michael Murphy la semana pasada. Al mismo tiempo, el subsecretario de Estado, así como el secretario de Comercio, Wilbur Ross, se comprometieron a celebrar numerosas reuniones bilaterales con empresas de defensa europeas, para "informar" oficialmente a estos grupos industriales de la posición estadounidense. Recordemos también que los Estados Unidos ya han lanzado una primera ofensiva eficaz para debilitar la cohesión europea, mediante del programa ERIP, apoyando la sustitución de equipos que datan del Pacto de Varsovia, destinados a los países de Europa del Este.
Una cosa es segura: el futuro de la PESCO, como toda la independencia política y de seguridad de la Unión Europea, dependerá de su capacidad para resistir la presión estadounidense. De lo contrario, la Unión Europea parecerá un gigante de papel frente a Estados Unidos, lo que no dejará de alimentar las quejas de los euroescépticos. Las actuales presiones estadounidenses, más que simplemente amenazar a la PESCO, bien podrían, a largo plazo, amenazar la legitimidad misma de la Unión Europea. Una hipótesis que no desagradaría a la muy antieuropea administración estadounidense del presidente Trump…