Un Informe de la Corporación RAND, comandada por la Fuerza Aérea de los EE. UU., Identifica dos elementos clave de la efectividad de las estrategias para lograr y mantener la superioridad aérea en los próximos años, a saber, la cantidad de aeronaves disponibles y el regreso a alguna forma de rusticidad de estos dispositivos.
El informe examina la relevancia de la estrategia de dispersión de fuerzas, ampliamente utilizada durante la Guerra Fría, en el contexto de un conflicto de alta intensidad que enfrenta un adversario tecnológicamente avanzado. De hecho, en los conflictos en los que han participado las fuerzas aéreas estadounidenses durante los últimos 30 años, las bases aéreas fueron consideradas como un santuario inviolable, lo que permitió desplegar una gran cantidad de aviones a distancias relativamente cortas del combate. Este enfoque permitió rotaciones rápidas y tránsitos reducidos, aumentando la efectividad del arma aérea.
Sin embargo, esta estrategia no puede utilizarse en el contexto de un conflicto moderno de alta intensidad, teniendo el adversario los medios para atacar esta o estas bases y, por lo tanto, asestar un duro golpe a los activos aéreos comprometidos. Por tanto, recurrir a la dispersión de fuerzas, en pequeñas cantidades sobre un gran número de aeródromos, será fundamental para poder resistir estos ataques de misiles balísticos o de crucero, hipersónicos o no. Además, estas bases deben estar alejadas de las zonas de enfrentamiento, a fin de limitar las posibilidades de detección y golpe por parte del adversario.
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