Mientras se amplían las operaciones militares turcas en el norte de Siria contra los kurdos de las YPG y el presidente Donald Trump parece decidido a no interferir, el Senado de Estados Unidos, por su parte, retoma la causa contra esta ofensiva. Así, el senador republicano de Carolina del Sur, Lindsey Graham, y el senador demócrata de Maryland, Chris Van Hollen, llegaron a un acuerdon acuerdo bipartidista para intensificar las sanciones contra Turquía, sus dirigentes, su ejército y su industria de defensa.
Concretamente, los senadores de ambos bandos, al regresar de un retiro de dos semanas en el Congreso, votarán sobre una serie de sanciones dirigidas a los líderes turcos, incluido el presidente RT Erdogan, las industrias turcas de energía y defensa, así como a todas las empresas y personas que lo hagan. proporcionarles apoyo financiero, tecnológico o militar. Estados Unidos prohibirá toda venta de armas al país, así como los viajes de sus líderes políticos e industriales al territorio americano. Se trata nada más y nada menos que de la plena aplicación de las medidas previstas por la ley CAATSA, como se aplica, por ejemplo, contra Rusia, con las consecuencias que conocemos sobre su industria de Defensa.
Esto afecta evidentemente a varias empresas europeas de Defensa que colaboran o suministran equipos a las fuerzas turcas o a su industria de Defensa. Además de los proveedores de equipos actuales, como KWM/Rheinmetall, TKMS, Agusta-Westland, Airbus DS, varias empresas europeas participan en programas de desarrollo en curso, como por ejemplo BAe y Rolls-Royce en el diseño del caza TF-X, o MBDA en el diseño de un sistema de defensa antiaérea de mediano y largo alcance de diseño local. Los clientes de la industria de defensa turca también podrían verse afectados por sanciones estadounidenses, por ejemplo. Pakistán, que encargó corbetas y helicópteros de combate.o Qatar, que encargó tanques de batalla. Altay
Por parte europea, aunque hay numerosas declaraciones que condenan la intervención turca, todavía no se ha anunciado ninguna medida de represalia, ni a través de Bruselas ni de ninguna de las cancillerías europeas. Tres países europeos miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Alemania, Bélgica y Polonia, así como los dos miembros permanentes Gran Bretaña y Francia, convocaron una reunión de este consejo para abordar la intervención turca en el norte de Siria, reunión que se celebrará celebrado este jueves. Pero, como ya se ha mencionado, los gobiernos europeos temen que, al tomar medidas contra Turquía, ésta siga manteniendo en su territorio a 4 millones de refugiados, principalmente procedentes de Siria, y desencadenando así una nueva crisis migratoria europea.
El gran ganador de esta crisis bien podría ser, una vez más, Vladimir Putin, que vería Ankara debe acercarse aún más rápidamente a Moscú, ante el embargo de armas occidental prometido por el Congreso estadounidense. Pero tenemos razón al preguntarnos si este fin no es, en realidad, inevitable, dado que la desconfianza entre las autoridades turcas y Occidente se está volviendo tan grave. ¿Podemos realmente considerar hoy a Turquía como miembro de pleno derecho de la OTAN, a pesar de que el país sería objeto de sanciones comparables a las dirigidas a Rusia?