La propuesta realizada por el presidente francés Emmanuel Macron durante un discurso sobre desarrollos en la disuasión francesa, y su posible extensión al nivel europeo, es, como mínimo, mal percibido por los socios de Francia, ya sean europeos o transatlánticos. Con motivo de la conferencia de seguridad de Munich, varias voces se alzaron claramente contra este proyecto y sus implicaciones.
Más allá de Alemania, que ya ha dado a conocer que el enlace de seguridad transatlántico no podría sufrir el menor corte, es obviamente en Washington donde la propuesta francesa fue la más mal recibida. No solo se interpreta como un intento de alejarse y lograr una mayor independencia frente a Estados Unidos, sino también como un acercamiento con Moscú y Pekín. O al menos así lo presenta la prensa estadounidense. Las últimas declaraciones del presidente francés, relativas a una esfera de influencia europea en el Mediterráneo o en el vínculo con Rusia, también se interpretan como un incumplimiento de la prohibición, mucho más amenazante que la adquisición de los sistemas S-400 por Ankara.
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