Poco más de uno o dos días pasa ahora entre anuncios de nuevas provocaciones o nuevas medidas coercitivas entre Estados Unidos y China. Tan pronto como el secretario de Salud de Estados Unidos, Alex Azar, abandonó Taipei después de su visita, las autoridades chinas lanzaron una serie de ejercicios y maniobras para intensificar una vez más la presión sobre Taiwán y el aliado estadounidense. La respuesta estadounidense-taiwanesa tampoco se retrasó mucho.
Al día siguiente de la visita del funcionario estadounidense para asegurar a las autoridades de Taiwán el apoyo de Washington, Beijing lanzó un ejercicio a gran escala que reunió numerosos recursos navales, anfibios y aéreos en el Paso de Taiwán, lo que obligó a La Défense Aerolínea taiwanesa para intervenir. El ejercicio, que incluyó fases de fuego real en particular, también tuvo una redacción muy específica en los medios chinos, ya que fue presentado como "un ejercicio antisecesionista", para recordar que, para Beijing, la República de China, en la isla de Taiwán, no es otro que un movimiento secesionista destinado a reintegrar a la República Popular China.
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