Decir que la Marina de los Estados Unidos atraviesa un período de incertidumbre en la programación naval Sería un eufemismo, mientras lucha, y esto desde hace varios años, proponer una planificación firme y eficaz. Pero el rápido aumento de poder, y además perfectamente controlado, de las fuerzas navales y navales chinas, asociado con el regreso en la construcción del poder marítimo ruso, se suma a estas incertidumbres, creando una sensación de borrosidad muy palpable durante varios meses en el discurso de los funcionarios del Pentágono. a Informe de Govini Think Tank publicado hace unos días arroja una luz particularmente interesante sobre el fenómeno, señalando que la planificación de las construcciones navales actuales no permitió la implementación de la nueva doctrina de Operaciones Marítimas Distribuidas, o DMO, que la Marina de los Estados Unidos debe implementar en la década. venir.
Como el Comando y control conjunto de todos los dominios, o JADC2 del Departamento de Defensa, y Operación de base avanzada expedicionaria del Cuerpo de Marines o EABO, BMD se basa en la dispersión de detectores y efectores en el teatro de operaciones, asegurando su consistencia y eficiencia a través de un sistema global de comunicación y comando. A diferencia de un crucero que lleva 112 misiles y una serie de sensores en un solo barco para garantizar la seguridad antiaérea, antimisiles, antibuque y ataques terrestres, el DMO ofrece distribuir elementos en varios soportes distribuidos en el teatro para asegurar su supervivencia a través de una mayor discreción y mayor movilidad, mientras se mantiene intacta la potencia de fuego y las capacidades de detección.
Lamentablemente, como señala el informe Govini, la planificación de la Armada de los Estados Unidos hoy en día no se corresponde con las ambiciones de esta doctrina, ya que la mayor parte del esfuerzo se centra en reemplazar unidades mayores por unidades más grandes, modernas pero de la misma filosofía, como la los portaaviones de la clase Ford, los submarinos de ataque nuclear de la clase Virginia, los LHA de la clase América o los destructores Arleigh Burke Flight III que sustituirán a los cruceros Ticonderoga y a la primera generación de Burkes. En toda esta panoplia, solo la llegada de las fragatas clase Constelación correspondería a un paso en la dirección correcta, pero estas serán, en el mejor de los casos, solo unas veinte en servicio en 2035, un número demasiado insuficiente para jugar un papel decisivo para el cambio de doctrina previsto. En cuanto a el esfuerzo a favor de los sistemas robóticos navales y submarinos, sigue siendo por el momento demasiado incierto y del dominio experimental para constituir una alternativa real en el corto o mediano plazo.
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