Los drones aerotransportados ofrecen muchas ventajas desde el punto de vista operativo, en particular la de poder ser desplegados a gran distancia gracias a un avión de transporte, y de no tener que usar su propio combustible hasta que son liberados, para evitar solo tener consumirlo una vez por encima o cerca del objetivo. La autonomía de vuelo de los drones se incrementa así considerablemente, mejorando su eficiencia operativa. Pero este enfoque adolece de un punto débil importante, ya que una vez liberado, las posibilidades de poder recuperar el dron una vez cumplida su misión son tanto más escasas cuanto que interviene lejos de las bases aliadas. Peor aún, el combustible consumido, puede estropearse en territorio hostil, permitiendo que lo contrario extraiga información importante.
Es precisamente para responder a esto que DARPA, la agencia de innovación del Pentágono, ha desarrollado el programa X-61A Gremlins, un sistema de drones anidables capaces de ser lanzados desde un avión C-130, y luego recuperados en vuelo por este mismo avión una vez. la misión se ha cumplido mediante un sistema de amarre unido a un brazo articulado. Sin embargo, hasta ahora las pruebas de recuperación en vuelo no tuvieron éxito para DARPA, provocando incluso la destrucción de varios X-61A durante las pruebas. Hay que decir que conseguir conectar un dron ligero a un sistema de amarre pendular remolcado por un Hércules no es nada fácil, en particular debido a la estela turbulenta generada por el imponente dispositivo.
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