Desde la intervención terrestre turca en el norte de Siria en 2018, la implicación militar de Ankara en la guerra civil libia en 2019 y las tensiones entre las flotas aérea y naval turca y griega en el mar Egeo en 2020, y especialmente la entrega del primer S-400 batería antiaérea en julio de 2020, la industria de defensa turca, hasta ahora muy dinámica bajo el impulso del presidente Erdogan, quien la había convertido en un marcador clave de su acción política, experimentó tiempos muy difíciles bajo los efectos combinados de las sanciones europeas y estadounidenses. De hecho, muchos programas clave, como el tanque de batalla de nueva generación Altay, el helicóptero de combate Atak o el avión de combate de nueva generación T-FX, experimentaron serias dificultades, privados como estaban de componentes clave para ser completados, como el motor y transmisión para el Atlay, las turbinas para el Atak y los turborreactores para el T-FX.
A pesar de ciertos intentos de Ankara de levantar las sanciones mediante negociaciones, la gran mayoría de ellas se mantuvieron, lo que provocó importantes retrasos, pérdidas de contratos de exportación y ciertos impasses, y estos grandes programas emblemáticos de las acciones públicas del régimen fueron contraproducentes, desde el punto de vista político. Punto de vista. Por lo tanto, Ankara multiplicó las iniciativas para tratar de encontrar alternativas, soluciones nacionales de reemplazo, que en un momento se presentaron como cercanas a la entrega, al no poder ofrecer, hasta la fecha, el rendimiento y la confiabilidad necesarios para equipar los sistemas armamentísticos. Así es como el especialista en drones Baykar, detrás del ya famoso TB2 Bayraktar, abordó soluciones ucranianas para impulsar sus nuevos drones, como el Akinci. Para el tren de propulsión del tanque Altay, Ankara se acercó a Corea del Sur tomando prestada la solución del tanque K2 Black. Panther, mientras que para el prototipo T-FX, TAI recurrió al reactor F110 que ya alimenta los F-16 turcos y que, además, es producido y mantenido íntegramente por la industria turca.
De hecho, en los últimos días se han multiplicado los anuncios desde Ankara, para mostrar el dinamismo y tecnicismo de su industria de defensa. Así, a finales de octubre, el fabricante del Atlay BMC anunció que había comenzado la producción del primer lote de 100 tanques, y que las primeras copias se entregarán a las autoridades turcas en 2023. 3 semanas después, el 21 de noviembre, fue el turno de Baykar de publicar un video que mostraba las pruebas de manejo de su nuevo dron de combate de alto rendimiento Kızılelma, sugiriendo que la primera El vuelo del dispositivo tendrá lugar en las próximas semanas. Finalmente, el 23 de noviembre, el fabricante de aviones TAI publicó fotos que muestran el progreso del ensamblaje del prototipo del T-FX, especificando que el dispositivo saldrá del hangar en 2023. Muchos otros programas, en el campo de misiles, drones navales , o incluso varios modelos de vehículos blindados, también se han presentado en las últimas semanas, dando una percepción radicalmente diferente del dinamismo de la industria de defensa turca de lo que ha sido en los últimos años. Y por una buena razón: el 18 de junio de 2023 se realizarán las próximas elecciones presidenciales en el país.
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