En 2006, Corea del Norte se convirtió en el noveno país en poseer armas nucleares, tras la explosión de su primera bomba A el 9 de octubre. Para Pyongyang, se trataba entonces de responder a la amenaza percibida por los Estados Unidos y a las repetidas tensiones con su vecino surcoreano, pero también de alimentar de manera muy eficaz la propaganda del régimen frente a una población gravemente afectada por décadas de pobreza extrema.
Además, si el régimen norcoreano sabía que podía confiar en Beijing y Moscú durante la Guerra Fría, el colapso soviético a principios de los años 90 y el acercamiento económico entonces marcado entre China y Occidente iniciado a partir de mediados de la década anterior, convenció Kim Jong Il de la necesidad de equiparse con un arma de este tipo, incluso a riesgo de deteriorar las relaciones con sus dos aliados, que también aprobaron las numerosas sanciones decretadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tras los ensayos nucleares norcoreanos.
Sin embargo, la doctrina norcoreana desarrollada por Kim Jong Il era principalmente defensiva, con dos marcos estrictos: un ataque nuclear contra Corea del Norte o un ataque convencional dirigido directamente al régimen y sus líderes.
En ningún momento, en esta doctrina, se mencionó, ni siquiera se consideró, el uso de armas nucleares como primera intención. Es cierto que más allá de los aspectos políticos, las armas nucleares en manos de Pyongyang eran entonces muy voluminosas y su uso no era imaginable a nivel táctico.
Desde la llegada de Kim Jong Un, hijo y heredero de Kim Jung Il, al frente del país en 2011, el régimen emprendió un esfuerzo muy importante precisamente para miniaturizar las ojivas nucleares norcoreanas, pero también para desarrollar otras nuevas. , ya sean misiles balísticos o misiles de crucero, mucho más avanzados que los que reemplazan.
Y de hecho, Pyongyang dispone ahora de misiles tácticos capaces de transportar cargas nucleares más compactas, así como de nuevos misiles intercontinentales o de cambio medio, modificando considerablemente el equilibrio de poder en la península de Corea, pero también en todo el teatro del Pacífico.
Al mismo tiempo, en los últimos años ha surgido una nueva doctrina en las palabras del líder norcoreano, pero también en las de su hermana y potencial heredera, Kim Yo-Jong, que considera y teoriza el uso de armas nucleares tácticas para atacar al país. Corea del Sur, sus fuerzas armadas y su infraestructura, ante todo.
En otras palabras, Pyongyang considera ahora legítimo y potencialmente eficaz utilizar armas nucleares tácticas contra su vecino para garantizar una victoria militar con el fin, por ejemplo, de reunificar la península, sobre todo porque el país dispone ahora de misiles balísticos intercontinentales capaces de alcanzar la Estados Unidos, un arma suficiente para mantener a raya a Washington, sus ejércitos y sus fuerzas nucleares, en tal escenario.
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