La guerra en Ucrania ha hecho añicos muchas certezas sobre el conflicto armado en los últimos meses, entre ellas la supuesta superioridad de las unidades formadas por profesionales sobre las unidades de reclutas o reservistas, el papel supremo de la aviación en el campo de batalla, o la supuesta obsolescencia del carro de combate. Una de las certezas más extendidas, incluso al más alto nivel de los ejércitos, era que un conflicto de alta intensidad, como el que hoy se desarrolla, no podía prolongarse en el tiempo, el exceso de potencia de fuego y munición de precisión llevaba necesariamente a la rápido colapso de uno u otro de los beligerantes. Después de 10 meses de combate de una intensidad olvidada desde la Guerra de Corea, está claro que no es así, y que si un conflicto de alta intensidad conduce realmente a un consumo extraordinario de municiones y medios, puede, obviamente, ser llamado a extenderse durante muchos meses, incluso durante años.
Esta revelación ha venido a golpear, en los últimos meses, la programación militar de muchos países, en particular los que brindan apoyo logístico y militar a los combatientes ucranianos, enviando mensualmente municiones y equipos para resistir la agresión rusa. Este apoyo, sin embargo, ha erosionado considerablemente las existencias de municiones disponibles para los ejércitos occidentales, en Europa pero también en los Estados Unidos, hasta el punto de que el Congreso de EE. UU. abordó el tema durante el trabajo sobre el presupuesto de defensa de EE. UU. para 2023, con el fin no solo de absorber los déficits de munición generados por el apoyo a Ucrania, sino también de adquirir una capacidad industrial adaptada al consumo de munición en caso de conflicto de alta intensidad.
La medida más visible de la Cámara de Representantes, y validada por 350 votos contra 80, fue aumentar los créditos destinados a la compra de nueva munición hasta alcanzar los 8 millones de dólares en 2023, es decir, el presupuesto de defensa de un país como Finlandia, con un incremento de 2,7 millones de euros respecto al presupuesto inicialmente previsto para ello. Pero la provisión más importante hecha por los parlamentarios estadounidenses no es presupuestaria, sino legal. De hecho, hasta ahora, las adquisiciones de municiones se procesaban anualmente, a diferencia de los grandes programas de armamento que estaban sujetos a una planificación plurianual. Para satisfacer las necesidades a corto plazo con el fin de reponer las existencias, pero también para permitir a los industriales escalar su herramienta de producción con serenidad, los representantes estadounidenses han incorporado a la Ley de Financiamiento de la Defensa de 2023, un conjunto de medidas que constituyen el marco para la adquisición de municiones, en particular al autorizar la negociación de contratos plurianuales en este campo.
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