Al estudiar las lecciones aprendidas de la guerra en Ucrania, es común tener que moderar las conclusiones debido a las especificidades de este conflicto, ciertamente de alta intensidad, pero enfrentando a dos adversarios usando en muchas áreas la misma doctrina y los mismos materiales, al menos en el comienzo del conflicto. Además, tanto los ejércitos ucranianos como los rusos solo usan equipos relativamente anticuados, especialmente al comienzo del conflicto. Sin embargo, los Estados Mayores, incluso en Occidente, parecen haber cambiado significativamente sus propias doctrinas y ciertas ambiciones tecnológicas y programáticas en los últimos meses, precisamente para aplicar las lecciones aprendidas a través de la sangre ucraniana. Así es como todos los ejércitos europeos han puesto en marcha programas encaminados a incrementar su defensa antiaérea, sobre todo a corta distancia, pero también a reforzar el componente blindado pesado mediante la adquisición de tanques y vehículos de combate de infantería, así como en el campo de la artillería, con cañones de 155 mm con cañones largos como el CAESAR, el Archer o el Pzh2000, así como sistemas de largo alcance como el HIMARS o el PULS.
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