Después de los submarinos, ahora le toca el turno al programa destinado a producir 9 fragatas clase Hunter Tipo 26 para la Marina Real Australiana, estar amenazado. Parece que el Gobierno de Anthony Albanese, primer ministro australiano, no ha terminado de sufrir el yeso de sus antecesores en el ámbito de la defensa.
Pequeño retroceso. En Julio 2018, las autoridades australianas anunciaron que estaban seleccionando el modelo británico BAe Systems Tipo 26, para formar la futura columna vertebral de su flota de fragatas.
El grupo británico había borrado al español Navantia con la F-5000 derivado del F-100 ya utilizado como base para Destructores australianos del clase hobart, así como el italiano Fincantieri con una evolución del FREMM, posteriormente retenido por la Marina de los EE. UU. para servir como base para la futura clase Constellation.
La elección del diseño británico Tipo 26 para las fragatas clase Hunter
A diferencia de las dos fragatas europeas, la Tipo 26 sólo existía sobre el papel. La construcción de la primera unidad británica de la clase City, el HMS Glasgow, había comenzado apenas un año antes, mientras que el barco no será botado hasta 4 años después, en noviembre de 2022.
Lo que se suponía que iba a suceder, no dejó de suceder. El programa experimentó así numerosos Stop&Go vinculado en parte a la procrastinación australiana y, por otro, a la inmadurez del diseño británico. Con el tiempo, el diseño del barco evolucionó, adquiriendo sobrepeso alterando sus prestaciones náuticas, mientras se enviaron plazos y costos.
Lamentablemente, el programa Hunter se aprovechó de la ayuda inesperada de los submarinos franceses, objetivos privilegiados de los políticos y de la prensa australiana, para derivas finalmente menores que las que le afectaron.
Sin embargo, una vez decidido el destino de los Marlins clase Attack, algunos parlamentarios no tardaron en interesarse por los abusos del programa de fragatas.
Sospechas de corrupción
Ya está hecho. De hecho, ele Senador Verde David Shoebridge, acaba de enviar una solicitud al nuevo Comisión Nacional Anticorrupción, sobre el programa de las fragatas de la clase Hunter, en particular para examinar la posible injerencia y el interés de algunos responsables públicos y políticos en este proceso.
Al parecer, varios de estos altos funcionarios australianos no habían podido proporcionar los documentos que motivaron sus decisiones y sus arbitrajes, alegando no haberlos conservado. Lo cual es difícil de aceptar para un programa que excede el 46 mil millones de dólares australianos.
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