En muchos aspectos, las certezas que prevalecieron durante la redacción de la Ley francesa de programación militar 2024-2030, en Francia como en todo el bloque occidental, a finales de 2022, Se han sentido profundamente perturbados por los acontecimientos en el conflicto ucraniano, el poder militar e industrial ruso, e incluso por las posiciones estadounidenses, presentes y futuras.
Ya se trate del dimensionamiento de la disuasión o de los ejércitos, del calendario de los actuales avances tecnológicos e incluso del papel que París, como Londres, probablemente tendrá que desempeñar en los próximos años para garantizar la seguridad del viejo continente, todo ello han evolucionado profundamente, describiendo una amenaza, por lo tanto necesitan enfrentarla, sin relación con aquellos a los que se dirige este LPM.
Resumen
Las certezas de la Ley francesa de programación militar 2024-2030 se han hecho añicos en los últimos meses
Basado en los hallazgos de la revisión estratégica de 2022, redactada tras las elecciones presidenciales francesas, la Ley de Programación Militar 2024-2030, debe regir todo el esfuerzo de defensa del país durante los próximos siete años. Determina, en particular, el formato de los ejércitos, los principales equipos que se adquirirán o modernizarán, las tecnologías que se desarrollarán y asigna los medios presupuestarios para lograrlo.
Y al LPM 2024-2030 no le faltaron ambiciones, prometiendo llevar el presupuesto de las fuerzas armadas a 67 millones de euros en 2030, el doble que en 2015. Incluso teniendo en cuenta la inflación pasada y la probable inflación futura, este aumento es considerable. , y habría satisfecho, sin duda, a cualquier soldado a mediados de la década de 2010.
Sin embargo, el contexto geopolítico, en Europa y en el mundo, ha evolucionado considerablemente desde el momento en que se redactó la Revisión Estratégica sobre la que se construyó el LPM. Así, en el otoño de 2022 y en el invierno de 2023, Rusia luchaba en Ucrania, que preparaba con confianza una contraofensiva de primavera que pretendía ser decisiva, en particular para llegar a Crimea.
Los ejércitos rusos tuvieron entonces que pedir una movilización parcial para reemplazar las tropas perdidas durante los primeros meses de la guerra, y la industria de defensa del país parecía muy perjudicada por las sanciones occidentales. En opinión de todos los expertos, a los ejércitos rusos y a su industria de defensa les llevaría más de una década recuperar un poder operativo similar al que tenían antes de la guerra.
Un contexto geoestratégico europeo en rápido deterioro
La observación, doce meses después, es clara. No sólo fracasó la contraofensiva ucraniana, sino que los ejércitos de Kiev sufrieron pérdidas importantes, erosionando sus capacidades ofensivas y defensivas.
Al mismo tiempo, los ejércitos rusos no parecen tener dificultades para renovar sus efectivos, a pesar de las terribles pérdidas, y se benefician de un flujo constante de municiones y nuevos equipos para reemplazar los perdidos o consumidos en combate.
Peor aún, no sólo la industria rusa parece perfectamente capaz, hoy en día, de compensar las pérdidas de equipos y suministrar municiones a las fuerzas comprometidas en Ucrania, sino que, al mismo tiempo, las industrias europeas y americanas, principales sostenedores de los ejércitos ucranianos, en la actualidad por otra parte, son incapaces de hacerlo.
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