Cuando el primer buque de combate litoral, el USS Freedom, entró en servicio, la Marina de los EE. UU. Estaba llena de elogios por su nueva pepita tecnológica. El Programa de Buques de Guerra Costeros Multipropósito, que se basa en dos clases distintas Libertad e Independencia, iba a ser una revolución en el combate naval moderno. Altamente automatizado, el LCS incluía en particular una estructura modular que permitía al barco embarcar, en forma de contenedores, varios módulos tácticos, ya fuera para establecer unidades de comando, para llevar a cabo acciones de guerra de minas, o para realizar operaciones de guerra antisubmarina. Además, las corbetas de la clase Freedom tenían un nuevo sistema de propulsión que permitía fuertes aceleraciones y una velocidad máxima de casi 50 nudos.
Desafortunadamente, el entusiasmo inicial rápidamente dio paso a una cadena interminable de decepciones, y el programa solo se sostuvo a través de la repetida intervención del Senado, que en repetidas ocasiones ha negado a la Marina de los EE. UU. cancelar los barcos restantes en orden. En cuestión, capacidades operativas y una potencia de fuego muy insuficiente ante la evolución de las amenazas, incluso en la zona litoral, el fallo del diseño modular que deja a los barcos en un formato estándar incapaces de realizar misiones de ASM o de guerra del minas, y un sistema de propulsión frágil y defectuoso para las 17 unidades de la clase Freedom.
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