En los últimos 10 años, el Ejército Popular de Liberación de China ha experimentado una transformación sin precedentes, tanto estructural como tecnológicamente, con un aumento muy significativo en la profesionalización de las fuerzas, así como con la llegada de muchísimos equipos que igualan, y en ocasiones incluso superan, el mejor equipo en servicio en los ejércitos occidentales. Además, el ritmo de esta transformación sigue siendo muy fuerte en la actualidad, con por ejemplo la entrada en servicio cada año de unos diez destructores y fragatas Tipo 055, 052D y 054A, así como de 5 a 6 docenas de aviones de combate J-10C, J-15, J-16 y J-20, por nombrar solo algunos ejemplos reveladores. Y de hecho, el EPL, que en 2010 era considerado un ejército de segunda categoría incapaz de competir con los principales ejércitos mundiales, está hoy en el centro de las preocupaciones del Pentágono, y podemos sentir una febrildad muy palpable en las decisiones anunciadas en los últimos meses en los Estados Unidos para tratar de contener a esta nueva gran potencia mundial, en particular en lo que respecta al espinoso caso de Taiwán.
Sin embargo, para el presidente Xi Jinping, el esfuerzo actual sigue siendo insuficiente y sigue obstaculizado por ciertos trámites burocráticos estatales y administrativos que van en detrimento del desarrollo acelerado de sus fuerzas. Es por ello que este último, como presidente de la Comisión Militar Central, máximo órgano de defensa política del país, firmó un nuevo conjunto de medidas legales dirigidas precisamente a relajar las condiciones bajo las cuales los ejércitos pueden negociar sus contratos de equipamiento, con el fin de acelerar el tempo, y para aumentar rápidamente el desempeño operativo del EPL, objetivamente claramente identificado por el presidente chino para esta reforma. El responde asi las expectativas expresadas por el Partido Comunista Chino hace poco más de un año.
La industria de defensa nacional de China ha logrado un progreso tremendo en los últimos 15 años en casi todas las áreas de la tecnología de defensa, lo que ha llevado al país a una autonomía estratégica sin precedentes, en particular al romper con las transferencias de tecnología, oficiales o de otro tipo, de Rusia pero también de Europa. Paralelamente a la ampliación de las capacidades de producción de materiales modernos, Beijing también ha implementado una política muy agresiva para apoyar la innovación en defensa, en particular alentando a los investigadores académicos que han desarrollado nuevas tecnologías potencialmente aplicables a La Défense, a convertir rápidamente estas innovaciones en proyectos industriales. . Es así como la industria aeronáutica china, por ejemplo, ha avanzado inmensamente en el campo de los drones, convirtiéndose en el principal exportador de drones militares desde 2016, por delante de Estados Unidos, pero también en el campo de la electrónica, misiles o tecnologías de la información. y guerra electrónica.
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