Desde la entrada en servicio del misil hipersónico aerotransportado Kinzhal 9-S-7760 en 2018, y más aún con la próxima llegada del Misil antibuque hipersónico 3M22 Tzirkon, ambos de origen ruso, el temor de que estas municiones neutralicen definitivamente el poder naval occidental ha sido ampliamente difundido en los medios de comunicación. Es cierto que por su velocidad, su trayectoria rebajada, y para algunos, su capacidad de maniobra en la fase de descenso, estas armas socavan el escudo antimisiles occidental, basado en misiles de impacto cinético THAAD y SM-3. Además, los misiles antiaéreos actualmente en servicio, como el SM-2, el Aster 30 o el Sea Ceptor, no fueron diseñados para interceptar objetivos que se mueven a más de Mach 5. En primer lugar, los misiles hipersónicos, especialmente las versiones antibuque , podría representar una amenaza crítica para las unidades navales de superficie, especialmente las unidades grandes como portaaviones, barcos de asalto y barcos logísticos, pero en el centro del sistema defensivo naval occidental.
Sin embargo, la respuesta a esta amenaza está comenzando a surgir, tanto en Estados Unidos como en Europa, a pesar de que estos misiles hipersónicos aún no están operativos. De este modo, el Pentágono ha anunciado que tiene la intención de utilizar el nuevo misil SM-6 para contrarrestar las amenazas hipersónicas, al menos a la espera de una solución diseñada específicamente para este fin. A diferencia del SM-2 especializado en la interceptación de objetivos aéreos como aeronaves o misiles sub o supersónicos, o del SM-3 diseñado exclusivamente para interceptar misiles siguiendo una trayectoria balística, el RIM-174 o Standard Missile SM-6, es un misil capaz de interceptar aviones, misiles balísticos e incluso objetivos navales, por lo que este misil un activo muy versátil para la Marina de los EE. UU.. 6,60 metros de largo para una masa de 1,5 toneladas, tiene unas medidas equivalentes al SM-3 y mucho más imponentes que las del SM-2 de 4m60 y 750 kg. También es muy caro, alrededor de 4,5 millones de dólares por unidad, es decir, un tercio del precio de un SM-3, pero tres veces el de un SM-2.
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